Laura Ruas
Todo un invierno acampando
Este año pasé todo el invierno acampando. Decidí que no quería más dejar mi carpita, solo si fuera de hecho necesario. El cambio de las estaciones no me parecía una razón fuerte lo suficiente para dejar mi campamento, que me resulta más cómodo que estar encerrada. Ya había acampado diversas veces en invierno y sabía que no era así tan terrible. Sería más que nada acostumbrar mi termostato interno a otras temperaturas y cambiar un poco más mi percepción del frío y de sus sensaciones.
Hace años que vengo trabajando para aumentar mi resistencia al frío. Uno de los pasos más importantes fue el 2017, cuando aún vivía en Montevideo, Uruguay. Me cambié de casa y mientras elegía una estufa para mi nuevo hogar, decidí no tener más calefacción y pasar el invierno a temperatura ambiente. Decidí hacer eso para que pudiera acampar más cómoda en la Patagonia, donde siempre iba.
Además del ahorro de plata, me parecía más coherente para mí acostumbrarme al frío, especialmente porque me encantaba acampar. En el invierno de Uruguay , las temperaturas no son muy bajas, pero es muy húmedo y tiene sus días helados. Uno no puede dominar al frío, pero puede dominar a sí mismo en el frío y reeducar algunas reacciones del cuerpo. Uno jamás podrá cambiar la temperatura, pero puede cambiar hasta cierto punto su percepción del fenómeno y el grado de importancia que uno le atribuye.
En esos puntos estuve trabajando por años y para mi el resultado más importante fue el logro de ahora: haber pasado la mitad del invierno acampando en Malalcahuello y la otra mitad vivaqueando en el norte. Las noches más frías fueron de - 12, -13 grados con sensación térmica de - 15. Con un buen saco y una carpa bien armada (y si posible con respaldo para el viento y techito 😁😁😁) se puede pasar el invierno de buenas.
Para mi, lo más duro son las tormentas, porque acá en el sur duran días, y no hay nada que hacer además de esperar que el cielo termine su trabajo. Para los días de carpa: dormir, leer, trabajar en mis cosas y así aumentar mi espacio mental y darle menos importancia al pequeño diluvio. Son momentos necesarios, de introspección, de orden interno y externo, de trabajo en lo que importa.
En Marzo, cuando pasé por Atakama Outdoor para renovar mi equipamiento, le comenté a Charlie mi intención de pasar el invierno en carpa. El decidió pasarme una carpa más grande para que estuviera más cómoda y también una colchoneta y un aislante nuevo. Me dijo que yo tenía que tratarme con más cariño y tener un poco más de comodidad, tenía mucha razón. Vine de Santiago también con pantuflas, almohada, lámpara y todo más para hacer que mi invierno fuera más agradable. Otra vez se pasaron! La verdad es que pasé el invierno super tranquila.
Para mí gané mucho en autonomía y en autoconfianza. Pasar el invierno afuera fue un logro significativo en algo que vengo trabajando hace años, mi resistencia al frío y a la intemperie. Como muchos de ustedes saben, soy de Brasil y vengo del clima tropical. Ha sido un camino largo, en el cual aprendí mucho sobre mí y un poco sobre el frío. Ahora somos amigos, pasamos harto tiempo juntos y su presencia me resulta cómoda, a veces incluso agradable. No es que no sienta frío, es solo que ya no sufro con él. La vida afuera es increíble y siento cada día más la necesidad de estar al aire libre, siempre.