Gabriela Espejo

Pitotoy grande y Pitotoy chico: Esbeltos y de patas amarillas.

El reconocimiento de las aves costeras, que en verano se observan en grandes cantidades en nuestro país, son sin duda un desafío para aquellas personas que están aprendiendo a identificar las diversas especies que podemos ver en Chile. 

Dentro del orden Charadriiformes  (aves playeras) existen 6 subórdenes con cerca de 350 especies de aves distribuidas en el planeta, todas relacionadas de alguna u otra manera con ambientes acuáticos dulces o salados. 


Dentro de este orden, existe la familia Scolopacidae integrada por más de 90 especies que se encuentran distribuidas en todo el mundo, excepto en la Antártida y las regiones más frías del extremo norte, y que se caracterizan por ser un grupo bastante homogéneo con las ranfotecas (o picos) rectos o curvos, patas largas y alas largas y puntiagudas. Respecto del plumaje, no presentan un dimorfismo sexual evidente, pero algunas especies si presentan un dimorfismo estacional. Son excelentes voladores y la mayoría migran desde el hemisferio norte, donde se reproducen en los pantanos y marismas de Canadá y Alaska, hasta el hemisferio sur  escapando del invierno boreal y buscando una mayor disponibilidad de alimento. Algunas especies realizan migraciones de hasta 25.000 kilómetros, lo que las convierte en algunos de los viajes más largos que cualquier ave puede realizar.

Acostumbran a vadear en aguas someras, ya que su hábito alimentario sucede siempre en el agua o cerca de ella buscando invertebrados como crustáceos o insectos acuáticos. También, por este comportamiento, se les llama aves limícolas (del latín limus, significando ‘que vive en el limo o lodo’).

De las 29 especies de esta familia que se avistan en Chile, existen 2 que son similares y que las podemos encontrar fácilmente en todo el territorio de nuestro país en la época estival y a veces durante todo el año, ya que unos pocos ejemplares deciden no migrar y permanecer en el hemisferio sur. Ambas son bastante comunes de confundirlas, ya que tienen costumbres similares (recordar que son de la misma familia) además de ser físicamente parecidas. Estas dos especies tienen los nombres comunes de pitotoy grande (tringa melanoleuca) y pitotoy chico (tringa flavipes). 

Ambas especies se pueden observar en solitario o en grupos reducidos, muchas veces se pueden encontrar ambas especies juntas descansando o alimentándose en la orilla de un curso de agua. Una de sus característica que llama la atención es el color de sus patas amarillo brillante, lo cual es una buena pista que podemos estar frente a ellos. El pitotoy grande o chorlo real es más grande que el pitotoy chico (32 -35 centímetros versus 24 a 27 centímetros). Los dos presentan plumajes café grisáceo en el dorso y blanco en el vientre, sin embargo, pueden diferenciarse porque el largo de la ranfoteca en el pitotoy grande es al menos dos veces el largo de su cabeza, no así el pitotoy chico que es evidentemente más corto alcanzando la misma la longitud de su cráneo.

Si se preguntan por sus nombres “pitotoy” se debe señalar que corresponde a la onomatopeya de su vocalización, que es característica y una vez que le pongan atención probablemente no se les olvidará jamás. También deben saber que como son un componente natural de los ecosistemas costeros y acuáticos, son importantes indicadores de la salud del medio ambiente.Los invitamos a poner atención a estas dos especies tan particulares que deben recorrer miles de kilómetros antes de que podamos observarlas. Merecen que las reconozcamos por la hazaña de su migración y por supuesto cuidar nuestro entorno para que tengan un descanso merecido cuando lleguen a visitarnos.