Chile Outdoors
Ascenso Volcán Villarrica
Un grupo de 9 personas de nuestro club de montaña y escalada emprendimos el ascenso a la cumbre del macizo.
La aventura comenzó a las 4:00 a.m. a los pies del volcán, en una noche estrellada, con un frío viento, nuestras mochilas cargadas de ilusiones y el amor por la montaña nos impulsaban más que nunca. Tras recorrer casi 2 km, una leve llovizna y un viento gélido golpeaban nuestras caras, a lo lejos, se distinguían las luces de la ciudad que aún dormía, mientras nosotros nos acercabamos paso a paso a la anhelada cumbre.
A los 2000 msnm, el frío se intensificaba y la neblina comenzaba a reducir nuestra visibilidad, lo que nos obligó a detenernos aproximadamente 90 minutos, donde nos refugiamos en la capilla, cruzando los dedos para que se despejara, mientras realizamos actividades de movilidad para sobrellevar los -7 grados de sensación térmica que experimentamos en ese momento. A las 8:00 a.m., tras revisar las condiciones climáticas, decidimos continuar la travesía.
Nos equipamos con crampones, piolet, y, entre neblina, sol, nubes y el frío viento blanco, la cumbre se iba acercando poco a poco. La nieve, similar a coliflor, adornaba el paisaje. Realizamos una breve parada para comer algo e hidratarnos, pero el viento helado nos obligó a reanudar rápidamente el camino. A medida que superábamos los 2500 msnm, la ruta se volvía cada vez más empinada y agotadora, pero paso a paso estábamos más cerca de la meta. A pocos metros de la cumbre, el característico olor a azufre comenzó a invadir el
aire, nuestros corazones agitados de cansancio y emoción.
El viento soplaba con más fuerza, y el humo del cráter se dejaba ver en el horizonte. Finalmente, llegamos a la cumbre, un lugar único y extraordinario.
El cráter activo, de 200 metros de diámetro, con una fumarola constante y un lago de lava casi permanente, lo convierte en uno de los volcanes más activos de Sudamérica, y tuvimos la suerte de ser testigos de su imponente fuerza.