Laura Ruas

Parque Nacional Queulat

El Parque Nacional Queulat es un parque de fácil acceso, está en la orilla de la Carretera Austral, cerca de Puyuhuapi. Sin embargo, no nos resultó tan fácil llegar. El jueves salimos con nuestras cosas a hacer dedo en la ruta, pero logramos avanzar solo 8 km. De ahí no salimos. Vino la noche y decidimos acampar cerca de la ruta. Cerca del pueblo abundan las Tepas: enormes y con ramas por todos lados, saltan a la vista como gigantes del bosque.

Amanecimos bajo la lluvia sin fin de la Patagonia norte. Acá el agua empieza a caer y pasan días hasta que se cierren las perillas del cielo. En estas zonas de fiordos, donde domina el clima oceánico, llueve alrededor de 4.000 mm al año, más que en la selva amazónica. Dudo que haya algún lugar en el mundo donde llueva más que acá. Cómo iba a estar nublado, decidimos volver a Cisnes y esperar una ventana de buen clima para ir, para que no nos pasase lo mismo que en cerro Castillo, de subir y no poder ver el paisaje por estar todo tapado. Salimos el sábado y fuimos el domingo al parque.

El ventisquero colgante ya lo conocía de lejos, del viaje en barcaza de Quellón a Chacabuco. De cerca es aún más impresionante, no solo el ventisquero, como también el salto de agua, altísimo, que se forma de una de sus puntas. El sendero que lleva a este mirador es corto: son 3.3km, pero es de una belleza sublime. El bosque valdiviano se presenta con todo su esplendor: todo está vivo, todo es verde y abundante. Hay lugares donde crecen y cuelgan tantas plantas que se forman cortinas bordadas, donde la luz apenas se asoma, creando un efecto impresionante. Además, este bosque tenía una exquisita combinación de aromas, que se van cambiando mientras uno avanza.

Con la llegada del otoño, salen también los hongos, con sus formas exóticas y colores distintos, seres muy especiales. También cambian los desafíos: el viento hace mucho que no molesta, pero la lluvia eterna, el frío mojado y humedad nos ponen siempre a prueba, incluso mentalmente. Pero como dice el refrán: ¡al mal tiempo, buena cara!