Por Laura Ruas - Parqueando

Parque Nacional Nahuelbuta

¡Qué frío que estuvo! Recorrí el hermoso Parque Nacional Nahuelbuta, este es el único parque de la Araucanía que se ubica en la Cordillera de la Costa. Me llamó la atención que el bosque posee una combinación única de Coihues, Lengas y Araucarias, árboles muy especiales para mí. También, hay muchos musgos y líquenes.

Les cuento que lamentablemente, este parque sufrió un atentado el año pasado, en el cual diversas instalaciones del parque fueron incendiadas, como el museo y la casa de los Guardaparques. Los que trabajaban ahí tuvieron que refugiarse en las casas de los vecinos, porque su camioneta también fue incendiada.

Aún se puede ver los restos del incendio. Ahí se encuentran pedazos de vidrio y aluminio derretido, que antes eran ventanas. Mapas quemados, trozos de loza  y tazas rotas mezclados con restos de madera negra componen esta triste imagen. Muy triste.

Este fue nuestro segundo parque en invierno. Salimos de Melipeuco después de una semana y fuimos a Temuco, de ahí a Angol. Como ya era noche, dormimos ahí y al otro día hicimos dedo hasta Nahuelbuta. Nos quedamos a 400 metros del Parque, en la casa de una señora que nos recibió muy amablemente. La primera noche hizo mucho mucho frío y al otro día había cristales de agua por todo el camino!!!!! de no creer!!!, uno más de los regalos del invierno.

La entrada del parque se ubicaba a 1000 metros (más alto el frío se siente más crudo en estas fechas). Nos dedicamos a visitar primero la Piedra del Águila y después caminamos un poco por el sendero los gringos. No alcanzamos a hacerlo completo porque ya no teníamos mucho tiempo, pero pudimos por lo menos caminar por la parte más baja del bosque, totalmente cubierto por Barbas de Viejo.

¡Fue increíble! pero empezó a nevar cuando estábamos en la Piedra del Águila, fue muy poquito. Cuando estábamos en el sendero, la nieve se largó y en menos de una hora cambió totalmente el paisaje. A mi me encanta la nieve y me llena el corazón de alegría cuando nieva. En el bosque es aún más especial. Es maravilloso ver los inmensos coihues cubriéndose de blanco, las quilas acurrucándose y escuchar el ruido delicado de la nieve al caer.  

Salí encantada del parque y dormí feliz después de mi primera nevazón de invierno.