Parques Nacionales por Laura Ruas
Parque Bernardo O´Higgins
¡Hola! Soy Laura Ruas de @Parqueando (me pueden encontrar en Instagram, aquí les dejamos nuestro video inicial) y les cuento que ya logré mi Primer Parque Nacional de los 42 que tenemos como meta junto a Atakama Outdoor durante el 2023.
¡Fue una locura! Fueron 8 días y 60 km recorridos en el Parque Nacional Bernardo O´Higgins. Una travesía que hice sola, pero muy bien acompañada de las montañas, bosques, ríos, lagos y en este caso, ¡de muchas vacas!
Parque Nacional Bernardo O´Higgins.
Primero me gustaría poner en contexto, cómo es el Parque Nacional Bernardo O'Higgins. Este es un parque de difícil acceso y complicadas travesías, pero posiblemente uno de los lugares más bonitos donde he estado.
El Parque Nacional administrativamente corresponde a las comunas de Tortél (provincia del Capitán Prat, Región de Aysén) un 26% de su superficie y Puerto Natales (provincia de Última Esperanza, Región de Magallanes y Antártica Chilena) con un 74%. En esta última provincia está la mayor extensión del parque. Los 49 glaciares del Campo de Hielo Sur son sus protagonistas indiscutidos y conforman la tercera extensión de hielo continental más grande del planeta, después de la Antártica y Groenlandia. Su ícono es el glaciar Pío XI, el más grande del hemisferio sur y el único que no está en retroceso en esta zona.
El parque destaca por las grandes superficies de hielo y también por la cultura y vestigios de la etnia Kaweskar o Alacalufe. También destaca por la protección de las especies de fauna como Huemúl el cérvido más austral del mundo, Lobos Marinos de uno y dos pelos. Entre las aves están el Cormorán Imperial, Cóndor, Águila y Gaviota Cahuil. En cuanto a flora dominan árboles siempre verdes, como el Coihue de Magallanes, Ciprés de las Güaitecas y Canelo.
Mi ingreso
Crucé desde Bahía Bahamonde, a 7 km de Villa O'Higgins, donde termina la Carretera Austral. Me subí a un barco hasta Candelario Mancilla, donde empecé a caminar. Luego, fui por un camino de ripio, después un pequeño sendero de gente y después puros senderos de vacas, o (a veces) ¡ningún sendero o huella!
En el bosque me orienté con GPS y brújula, también usé el camino de los ríos como orientación. En la parte rocosa, la visibilidad es suficiente para orientarse y establecer estrategias para crear un camino posible entre rocas gigantes y acantilados profundos. Este parque fue para mí una escuela, llena de desafíos y aprendizajes. Me encantó que el "Parqueando" junto a Atakama Outdoor haya empezado de esta forma tan intensa.
Desconexión total
Caminé 8 días totalmente sola, sin señal de celular, sin ningún tipo de comunicación, lejos de todo. Además, no había senderos. No estuve perdida en ningún momento, pero tenía que descubrir cómo hacer mis propios caminos. Los senderos hechos por las vacas y caballos salvajes que viven ahí fueron una muy buena ayuda, pero obviamente servían apenas como huellas más cómodas para caminar. Las partes con bosques y matas, eran también complicadas, porque tenía muchas veces que ir abriendo el camino con brazos, piernas y bastones. Los calafates, gigantes y llenos de espinos cerraban muchas veces el paso, además de las Lengas, que siempre se enredaban en la mochila. Para darle un aspecto más tétrico, había huesos de vacas por todas partes.
Un recibimiento cercano (?)
En los primeros días habían hartos tábanos (o coliguachos) y ningún descanso de más de 5 minutos era posible. Pero estos estaban solamente en la parte más mojada de la montaña. El otro lado del Portezuelo era un terreno más seco, repleto de rocas enormes y acantilados. La bajada me llenó de susto y bajé transpirando de miedo un camino que me llevó horas para terminar. Cuando finalmente lo logré, vi una vaca, que me encaró. Yo la encaré de vuelta, esperando que se fuera. Ella me bramó de una forma asustadora, un grito horrible. Salí corriendo desesperada, con mis 30 kg de mochila en la espalda. Tuve que correr un rato hasta que dejara de perseguirme. En la noche, se juntó con sus amigas cerca de mi carpa, mugiendo para marcar presencia. Eso me pasó dos veces, en dos partes diferentes del camino. En los últimos días me siguieron los caballos baguales, pero eran más simpáticos que las vacas. No me gritaron, ni me asustaron. Venían curiosos no más. Terminando la bajada, no logré llegar donde quería, porque me corrió la vaca de mi rumbo y terminé en otro lugar.
Merecidos descansos
Al otro día, intenté ir a por otro sector, para así llegar al camino del glaciar, pero el bosque era demasiado cerrado y no había cómo pasar. Entonces volví al lugar donde había acampado la noche anterior y me tomé un día de descanso. Ese día dormí mucho y también escribí por muchas horas. Es importante tener estos momentos. Me llevo algunas cosas para estar un poco más cómoda en los momentos de descanso en la montaña, que son super importantes.
Una cosa que no pensaba en tener antes eran pantuflas de camping. Pero las de Atakama la verdad que me salvaron. En este camino, todos los días prácticamente, terminaba con los pies mojados, porque siempre había que cruzar algún arroyo o río, o a había mucho barro. Entonces cuando llegaba donde iba a acampar, sacaba los bototos mojados, me lavaba los pies, los secaba bien y me ponía las pantuflas. Son super cómodas y en ese momento siempre tenía los pies con dolores y no quería ponerme zapatillas. Ademas, por lo general en estos lugares siempre hace frío. Entonces, perfectas para ese clima porque son súper abrigaditas, cumplen bien la función. Otra cosa que las destaca es que son livianas y no agregan peso a la mochila. Me encanta estar con pantuflas en la montaña, porque me siento como si estuviera en mi casa. Y, de hecho, las montañas ahora son mi casa este año.
Retorno
Decidí hacer la vuelta a la península, porque no quería volver por el Portezuelo, porque venían días de mal clima: lluvia y mucho viento. Mi carpa: impecable. como tiene footprint, en las Iluvias queda más lejos del piso, seca. El footprint también es una ventaja cuando tengo que acampar sobre matitas o plantas con ramitas más fuertes, lo que es bastante común en la Patagonia.
No había, obviamente, ningún camping. Los criterios para llegar a un buen lugar para armar la carpa eran:
- ¿Es suficientemente plano para que yo pueda dormir?
- ¿Puedo poner mi carpa arriba de eso? ( Roca o matitas)
- ¿Hay agua?
Cumpliendo estas 3 condiciones, ¡listo! La carpa super apañadora, fácil de transportar, un tamaño que entraba en cualquier lugar.
Kostén.
El viento patagónico o mejor conocido en la misma patagonia como Kostén, es símbolo de la tenaz decisión de arraigo, que tenemos “la gente que quiere este sur”. También me vino a visitar, con ráfagas de más de 80 km/h y me dejó sin dormir en una tempestad que duró toda una noche y me llenó la carpa de arena. Desperté con el ruido del viento golpeando la carpa, era asustador. Yo sabía que el viento se iba a poner bravo aquellos días, entonces tenía la carpa muy bien armada. Soportó con tranquilidad las lluvias y la tormenta de viento.
Desde el 1 de enero que estoy viviendo en esta carpa, tanto en los momentos en que estoy haciendo travesías, como cuando estoy en camino de los parques en algún pueblo, se convirtió en mi hogar. Incluso tiene nombre se llama: Palacio.
En el día las ráfagas muchas veces me complicaban en paso en las partes más altas y tenía que agacharme un poco y apoyar en los bastones, esperando que las ráfagas más fuertes se fuesen. La Iluvia tampoco faItó. En estos 8 días me tocó acampar en todo tipo de clima y condición.
Principalmente en la vuelta a la península el agua es más escaso, y a veces uno camina por horas hasta encontrarla. No siempre uno puede llegar al agua del lago, porque a veces hay rocas enormes y es imposible llegar al lago. Yo iba con dos botellas, lo que me da buena autonomía. Aunque, no sea lo ideal, con la cantidad de agua que puedo transportar, puedo acampar un día sin acceso al agua sin mayores problemas. Es importante considerar todos estos aspectos, especialmente cuando uno está caminando por terreno desconocido del cual no hay mucha información disponible.
Después de 8 días y 60 km caminados, llegué otra vez a la comisaría, donde tenía que pasar otra vez. Antes de hacer la travesía, tuve que registrar mi expedición, con informaciones sobre el recorrido y también la fecha de regreso, caso no vuelva en la fecha, salen para buscarme. Esto me generaba alguna tranquilidad, especialmente porque estuve todos estos días caminando totalmente sola. En los últimos km de caminata había sendero, caminé más relajada y avance mucho más rápido.
La continuación...
El próximo parque será el Parque Patagonia. Es un parque que ya conozco, el año pasado hice una travesía y algunos senderos, totalizando 90 km. Este año voy al sector Tamango caminando. Son 4 km desde Cochrane. Después regreso para preparar la próxima travesía: por segunda vez voy al Valle Chacabuco, pero esta vez, subiendo desde Casa de Piedra y saliendo por Jeinimeni, a 60 km de Chile Chico.
¡Nos vemos en mi próxima aventura junto a Atakama Outdoor!