Chile Outdoor

Lonquimay: un día, una cumbre y mil paisajes inolvidables

Despertamos bajo un cielo estrellado rumbo al Lonquimay y, con crampones y piolet en mano, comenzamos la aventura, el amanecer tiñó la montaña de colores mientras el hielo y el viento blanco nos exigían al máximo. Tras casi 6 horas de esfuerzo, alcanzamos la cumbre y nos recibió un paisaje majestuoso de volcanes, bajamos cansados pero felices, con el corazón lleno de gratitud y la montaña grabada en la memoria.

Alrededor de las 7 am, con crampones, piolet y casco listos, comenzamos la caminata. Desde lejos, vimos a cuatro valientes más también en busca de la cumbre. El paisaje, como siempre, era una maravilla, pero esta vez con más hielo que en nuestra primera subida. El viento blanco soplaba fuerte a ratos, mientras el amanecer pintaba el cielo de colores que prometían un día increíble.

A la mitad del camino, tras unos 4 km de subida, paramos a descansar, hidratarnos y comer algo para recargar energías. La última parte se veía dura: mucho hielo y pendiente. Ajustamos bien los crampones y seguimos adelante.

Cerca de la 1 pm, después de casi 6 horas de esfuerzo, ¡llegamos a la cumbre! El cielo despejado que habíamos visto al inicio nos regaló una vista espectacular, con apenas unos 15 km/h de viento. Nos sentamos a disfrutar, comer un poco y sacar fotos, mientras cada uno en silencio se dejaba maravillar por la panorámica donde el protagonista indiscutido era el volcán Tolhuaca, que parecía estar justo al lado nuestro. También pudimos ver el Llaima, Villarrica, Callaqui, Copahue, y otros que quizás en ese momento no reconocimos del todo.

Después de unos 40 minutos en la cima, comenzamos el descenso. La bajada fue rápida pero técnica, especialmente al inicio donde la pendiente apretaba. Cansados pero felices, llegamos cerca de las 5 pm al Centro de Ski, listos para volver a casa con la satisfacción de haber conquistado esta hermosa cumbre por segunda vez, bajo condiciones climáticas ideales.

Nos quedamos con la gratitud a flor de piel, agradecidos con la naturaleza por regalarnos otra experiencia inolvidable y por recordarnos lo grande y bella que es la vida cuando estás arriba, respirando el viento y mirando el mundo desde las alturas.

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