Cristian Dinivitzer - Fotógrafo

P.N Pali Aike: El Infierno del Sur que Encanta

Un paisaje que parece de otro planeta.

En una Patagonia donde el viento no da tregua y el horizonte se extiende como un océano de piedra y pasto, hay un lugar que muchos pasan por alto y que, sin embargo, parece sacado de un sueño prehistórico. El Parque Nacional Pali Aike.  Está ubicado en la Región de Magallanes y Antártica Chilena, provincia de Magallanes, comuna de San Gregorio , tan al sur que casi toca el fin del mundo. Quienes llegan hasta aquí no buscan selfies ni postales clásicas. Buscan algo más primitivo: silencio, paisaje, viento, y la sensación única de estar caminando sobre la piel rugosa de la Tierra. 

Desde el primer momento, Pali Aike sorprende. No hay montañas nevadas ni lagos turquesa. Lo que hay es una belleza seca, áspera y antigua. Un terreno de lava petrificada, cráteres extintos, cuevas milenarias y una soledad que se escucha. Pali Aike es un parque para conectarse con lo más primitivo, con esa esencia que a veces está oculta. Un lugar de introspección único, que personalmente me ha cautivado, y no hoy no dudo en decir que es mi parque nacional favorito.

¿Dónde está Pali Aike y cómo se llega?

Este parque está ubicado en la Región de Magallanes, comuna de San Gregorio, a unos 196 km al  noreste de Punta Arenas y a 35 km de la frontera con Argentina, cerca del paso fronterizo Monte Aymond. Se accede por la Ruta CH-255, que va hacia Río Gallegos. Luego, un desvío de ripio (Ruta Y-405) lleva hasta el ingreso del parque.

Aunque se puede llegar en vehículo particular sin mayor dificultad (idealmente un 4x4 o SUV por el viento y el ripio, aunque reconozco que nunca he ido en 4x4), no hay transporte público directo, así que conviene planificar bien la visita. La entrada al parque está señalizada, pero no esperes un centro turístico: aquí todo es esencial.

El “lugar desolado”

El nombre Pali Aike proviene del idioma aonikenk (también conocidos como tehuelches), y significa “lugar desolado” o “lugar del diablo”. Para este pueblo originario que habitaba la Patagonia, el paisaje volcánico tenía un aura sobrenatural. Las formas oscuras, las grietas profundas, el viento aullante y la ausencia de árboles hacían que este sitio fuera temido y respetado.

Hoy, siglos después, esa energía sigue intacta. Caminar por Pali Aike es sentir una mezcla extraña de admiración y misterio, como si cada piedra contara una historia enterrada hace miles de años.

Un escenario volcánico surreal

El parque abarca parte del campo volcánico Pali Aike, una región con más de 100 conos volcánicos, campos de escoria y túneles de lava. Uno de los puntos más impactantes es el Cráter Morada del Diablo, un enorme boquete de origen volcánico con paredes negras y rojizas que parece sacado de Marte. La caminata hacia este lugar es breve pero inolvidable.

El paisaje está marcado por la aridez: matorrales bajos, rocas quemadas por antiguos flujos de lava y una constante sensación de amplitud. En días nublados, la atmósfera es casi cinematográfica. En días soleados, los colores del suelo y del cielo se intensifican, revelando una paleta de ocres, grises, verdes pálidos y azules.

Huellas humanas de más de 11.000 años

Uno de los aspectos más sorprendentes de Pali Aike es su valor arqueológico. En el sector Cueva Pali Aike, se han encontrado vestigios de ocupación humana que datan de hace más de 11.000 años, convirtiéndolo en uno de los sitios más antiguos de Chile.

Puntas de flecha, huesos de fauna extinta y restos de fogones han sido descubiertos en este refugio natural, indicando que cazadores-recolectores de la era del Pleistoceno ya habitaban estas tierras cuando los glaciares aún dominaban el sur. Visitar la cueva es hacer un viaje hacia lo más profundo de la historia humana en Sudamérica.

Fauna resistente, viento eterno

En medio de este ambiente extremo, la vida se abre paso. Los guanacos son los reyes del parque, siempre atentos y alertas. También es posible ver zorros culpeo, choiques (el pequeño ñandú patagónico) y una gran diversidad de aves rapaces como el carancho, el águila mora o el tucuquere.

La flora, aunque discreta, está perfectamente adaptada: coirón, mata negra, calafate. Nada aquí es exuberante, todo es sobrio y resistente. Cada especie ha aprendido a sobrevivir al frío, la sequía y el viento incansable que parece venir desde el mismo polo.

¿Qué se puede hacer en el parque?

Aunque no es un parque con senderos señalizados al estilo de Torres del Paine, sí hay rutas de trekking cortas y claras que permiten recorrer:

  • El Cráter Morada del Diablo
  • La Cueva Pali Aike
  • Laguna Ana (una de mis caminatas favoritas)
  • Senderos interpretativos hacia campos de lava y conos menores

Además, es un lugar ideal para la observación de aves, fotografía de paisajes y contemplación profunda. No hay multitudes ni buses turísticos. Muchas veces, se camina solo por horas, y de esto puedo dar fé.

Consejos prácticos para tu visita

  • Mejor época: De noviembre a marzo (primavera-verano). El parque está abierto solo entre octubre y abril. Durante la época invernal, entre mayo y septiembre, se encuentra cerrado al público.  
  • Entrada: Importante, hoy en día, comprar tu entrada con anticipación en www.conaf.cl.
  • Servicios básicos: Solo hay baños en el ingreso, prácticamente no hay señal de celular. Lleva todo lo necesario.
  • Clima: Lleva ropa de abrigo, cortaviento, El promedio de temperatura del parque es de 4ºC, y se carácteríza por ser un territorio extremadamente ventoso.
  • Alojamiento más cercano: Punta Delgada o San Gregorio, o regresar a Punta Arenas.

¿Por qué visitar Pali Aike?

Porque es distinto. Porque no grita, susurra. Porque no hay senderos masivos, ni postales repetidas. Aquí uno va a caminar en silencio, a escuchar el viento, a dejarse impresionar por un cráter sin lava y por una cueva donde los primeros humanos dejaron huellas.

Pali Aike no es solo un parque nacional. Es una experiencia. Es un viaje hacia lo más remoto de la geografía y del tiempo. Y quien lo ha caminado, lo sabe: hay lugares que no se olvidan, aunque no salgan en las guías turísticas. Visítalo y entenderás por qué es mi parque favorito. 

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